
Salimos a la calle y empezamos a pedalear. El cielo es de un azul cristalino. Ninguna nube parece tener el coraje de asomar su cara. La única nube a la vista es la que vamos formando nosotros. Mientras bajamos por la calle de nuestra casa, un perro que estaba husmeando la basura decide correr a nuestro lado, moviendo la cola torpemente. A los pocos metros desiste, interesado ahora en un gato que lo mira desinteresadamente desde la rama de un árbol. La señora de la esquina, de la cual nunca supimos el nombre, está sentada en la puerta de su casa. Al igual que su propia vida, pasamos ante sus ojos sin que ella se dé cuenta... El barrio parece otro. La música y el humo lo disfrazan, lo realzan. Captamos otros colores, otros aromas, otras caras… Llegamos a una plaza. Unos chicos nos saludan desde la calesita mientras devoran unos copos de algodón. Nos sorprendemos al responder el saludo. Repentinamente, tenemos seis años otra vez. Estiramos la mano para alcanzar la sortija, pero estamos muy lejos... Seguimos viaje. Llegamos a un semáforo. Dos chicas que cruzan y nos miran de reojo nos regresan a la adultez. Se dicen algo al oído. Se ríen. Siguen de largo. Nos quedamos mirando esas cuatro piernas despidiéndose de nosotros. La bocina de una camioneta, desubicada como un insulto, se cuela entre la música que sale por nuestros auriculares.
Salimos a una avenida rodeada de frondosos árboles. El sol va filtrando sus amables rayos entre las ramas. El olor a hojas quemadas, provenientes de un terreno baldío, nos traslada nuevamente a la infancia. A las interminables tardes de juegos, helados e inocencia. ¿Cuándo habrá sido el maldito día en que perdimos la inocencia? Si inventaran una pastilla para recuperarla, sería un éxito... Unos gorriones nos miran pedalear, altaneros, sabiendo que nunca seremos tan libres como ellos. Pero hoy estamos cerca. En días como estos, uno siente que todo es posible. La bicicleta nos traslada, la música nos eleva. Nos sentimos intocables. Únicos. Hermosos. Los pedales parecen andar solos. Nos dejamos llevar. Pasan otros gorriones volando. Ahora nos miran cómplices. Nos guiñan el ojo. Volamos entre ellos. Pasamos junto a mariposas gigantes de colores fluorescentes. A lo lejos, desde un avión biplano, una mujer de enormes ojos verdes nos saluda. Mas allá, un arco iris infinito toma forma. Decidimos ir hasta él, flotando sobre nuestra nube de notas musicales. Volver parece un concepto tan lejano ahora... Sí, definitivamente queremos tomar esa pastilla... Damos gracias por el sol, la música y todo lo que nos aleja de lo real. Y por esta tarde, que parece no querer terminar nunca.
Salimos a una avenida rodeada de frondosos árboles. El sol va filtrando sus amables rayos entre las ramas. El olor a hojas quemadas, provenientes de un terreno baldío, nos traslada nuevamente a la infancia. A las interminables tardes de juegos, helados e inocencia. ¿Cuándo habrá sido el maldito día en que perdimos la inocencia? Si inventaran una pastilla para recuperarla, sería un éxito... Unos gorriones nos miran pedalear, altaneros, sabiendo que nunca seremos tan libres como ellos. Pero hoy estamos cerca. En días como estos, uno siente que todo es posible. La bicicleta nos traslada, la música nos eleva. Nos sentimos intocables. Únicos. Hermosos. Los pedales parecen andar solos. Nos dejamos llevar. Pasan otros gorriones volando. Ahora nos miran cómplices. Nos guiñan el ojo. Volamos entre ellos. Pasamos junto a mariposas gigantes de colores fluorescentes. A lo lejos, desde un avión biplano, una mujer de enormes ojos verdes nos saluda. Mas allá, un arco iris infinito toma forma. Decidimos ir hasta él, flotando sobre nuestra nube de notas musicales. Volver parece un concepto tan lejano ahora... Sí, definitivamente queremos tomar esa pastilla... Damos gracias por el sol, la música y todo lo que nos aleja de lo real. Y por esta tarde, que parece no querer terminar nunca.
Ah, tardes de verano en bicicleta. ¿Quién no las ha disfrutado? Yo les propongo diez melodías ideales para estos paseos psicodélicos, el resto consíganlo Ustedes…
- "Care of cell 44", The Zombies (Odessey & Oracle, 1967)
- "Turn of the century", The Bee Gees (1st, 1967)
- "Time to pretend", MGMT (Oracular spectacular, 2008)
- "Going out", Supergrass (In it for the money, 1997)
- "In the key of C", Jim Noir (Tower of love, 2006)
- "Baby Britain", Elliot Smith (XO, 1998)
- "April fools", Rufus Wainwright (Rufus Wainwright, 1998)
- "Autumn almanac", The Kinks (single, 1967)
- "Sunday sunday", Blur (Modern life is rubbish, 1993)
- "Hold me now", The Polyphonic Spree (Together We're heavy, 2004)
9 comentarios:
¡Genial, loco.!
Fantomas: claro, y Bicycle race de Queen. Digamos que tratamos de eludir las obvias. La idea eran canciones que sirvan de banda de sonido para ese momento, más allá de su temática, por su onda. Un abrazo.
¡Que buenos eran los Zombies!..... Rufus va in crescendo!!!!
Ringo dixit.
El Indio de Facto Delafe, entrete para pedalearla, jajaja, faltaba algo en español pues!!!
Ringo: Odesey & Oracle de los Zombies es genial. Y Rufus es muy interesante, aunque me cansa un poco.
Biter: no sé mucho de música en español. De hecho, no tengo idea de qué se trata eso del Indio que pusiste...
El tema de los Bee Gees me recuerdan al primer disco psicodelico de los QUO.
La cancion de Rufus tambien le da un aire a R.Williams.
Me quedo con Kinks, Zombies y E.Smith
Que no se diga que lo dejo en la ignorancia, mmmmh
El Indio - Facto Delafé y las Flores Azules
Pd: me quedo sólo con la de Blur
besazos
Lagarto: ¿Robbie? Ahora que lo mencionás, tiene un timbre similar...
Bitter: ahí pinché el link. Disculpa, pero no tengo idea quién es ese señor. ¿Se supone que es famoso?? Che, ¿ninguna de las otras canciones te gusta?
me encantó la forma del relato...che..
y los temas están buenos...
pasa por
http://fotonovela-pornostar.blogspot.com/
que cumple un año....(vaya uno a saber como...)
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