sábado, 26 de septiembre de 2009

¡Cumplimos 100 programas!

Querido Rock cumple 100 programas. ¡Qué raro que suena decirlo...! Sólo recordar cómo empezó todo esto, casi como una travesura, como un juego... Creo que jamás imaginamos los alcances e implicancias que este proyecto tendría en nuestras vidas. Parece mentira que ya hayamos recorrido este camino. Y que hayamos crecido tanto. Querido Rock fue y sigue siendo no sólo una experiencia maravillosa, sino un aprendizaje permanente. Un espacio creado desde la nada que se configuró en una parte fundamental de nosotros, y que disparó nuestras pasiones y multiplicó nuestros objetivos. Ver todo lo que logramos en poco más de dos años nos ilusiona. Nos hace pensar en un futuro infinito, lleno de nuevos desafíos y alegrías. Sólo tenemos palabras de agradecimiento para todos los que nos brindaron su apoyo y su acompañamiento. A todos nuestros seres queridos que siguen estando a nuestro lado, y a todos los nuevos amigos que hemos hecho gracias a esta experiencia. Queremos que sepan lo importante que son para nosotros.
Este jueves 1 de octubre, entonces, invitamos a todos a que se unan a nuestro festejo, ya sea haciendo acto de presencia en FM Freeway (Boedo 25, Ramos Mejía), o estando del otro lado, escuchándonos, como lo hacen siempre. Contaremos con la visita de Matías Foreiter, músico amigo de la casa, quien nos acompañará con sus bellas melodías. Así que habrá mucha música y, seguramente, algo de emoción.
Ya saben. Jueves 1 de octubre, desde la 22 hs., Querido Rock sopla 100 velitas. Y pensar que es sólo el comienzo... ¡Los esperamos!

viernes, 11 de septiembre de 2009

Discos clásicos: Sea Change, de Beck

Si algo nos enseñó el inigualable Nick Drake, es que la tristeza no sólo puede expresarse de las formas más bellas, si no que estas expresiones pueden tener un efecto casi paradójico: alegrarnos la vida. Y esta lección Beck la aprendió de manera notable para su disco de 2002, Sea Change. Un artista acostumbrado a navegar el eclecticismo musical y la ironía lírica, Beck entregó aquí un trabajo emocionalmente franco, despojado de sus habituales poses y efectismos. Lo escuchado en Sea Change, resultante directo de la separación de Beck de su mujer en la vida real, es música melancólica y triste, pero cuya belleza es esperanzadora. Además, Beck hunde de lleno la cabeza en su dolor, utilizando su sufrimiento para crear letras abiertas, frontales, empapadas de congoja pero no de rencor. No por nada el disco se llama Sea change ("cambio de marea"). Beck nos habla de una etapa de cambios. Dolorosos, sí, pero inevitables y, por más difíciles que sean de atravesar, superables. De hecho, el disco abre con The Golden Age ("La edad dorada"), donde Beck dice "poné tus manos en el volante, dejá que comience la era dorada". O sea, tomá las riendas y mirá para adelante, que se viene lo mejor. Ok, en la misma canción aclara: "Estos días raramente sobrevivo/Ni siquiera lo intento". Es un camino espinoso, sin dudas... Para Beck, la música es su catarsis, y él la usa para elevar su estado de ánimo, y con ello su arte. Desde ya que muchos tramos de este meloso y melodioso viaje deparan segmentos de aflicción, que por momentos rozan la auto compasión ("Son sólo mentiras lo que estoy viviendo/Son sólo lágrimas lo que estoy llorando/Es sólo a vos a quien estoy perdiendo/Supongo que me está yendo bien"). La tristeza es un estado natural, y Beck lo transita de la forma más speranzadora: creando algo hermoso.
Musicalmente el disco se nutre de la balada acongojada, un poco en la línea de Jeff Buckley, aunque no alcanza aguas tan profundas como las del alma torturada del desaparecido hijo de Tim. Lo que sí es indudable es que Beck canta aquí como nunca lo había hecho antes, llegando a notables niveles de emoción gracias a su calidad interpretativa. Por otro lado, Beck no puede evitar algunas vueltas de tuerca musicales, en especial teniendo como productor al genial Nigel Godrich, quien posee esa capacidad para darle a cada disco que produce una entidad única y homogénea. Los sutiles arreglos, ya sean de cuerdas, sintetizadores o percusiones, son ajustados, jamás buscando imponer la emoción que las canciones generan por derecho propio. Como siempre, lo de Godrich es intachable.
En suma, Sea Change es un disco indispensable. Es el último gran disco que Beck editó (luego caería en una meseta de la cual recién en su última producción entregó signos de recuperación), cerrando una década brillante iniciada por Mellow Gold en 1994. Es el disco distinto de Beck y, paradójicamente, el mejor. Al escuchar discos "bajoneantes" como Sea change, uno no puede dejar de pensar "¡qué alegría poder estar así de triste!"
En el audio de nuestro último programa, del jueves 10 de septiembre, pueden escuchar nuestro homenaje a este disco brillante.